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el regreso de vicente.

Para el año 2017 y en medio de la situación política y social que atravesaba el país, en el trascurso del proceso de reincorporación a la vida civil de ex combatientes de la FARC-EP luego de la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno nacional y este grupo insurgente, genera posturas dentro de la sociedad colombiana, unas de apoyo y otras tantas de rechazo. Por lo tanto, el grupo de teatro Elemental sigue con la línea de teatro que resignifica la memoria como un acto de resiliencia de los pueblos vejados por la guerra, denuncia abusos e injusticias, apoyando la paz y la vida digna.

 

Es así como nace la historia de un joven ex combatiente  que luego de muchos años decide regresar a su casa, en la orilla del río un hombre que es la representación de Caronte, personaje de la mitología griega, que metafóricamente lleva a esa alma de regreso a casa, Vicente es guiado por este hombre a lo largo del río Apaporis, este se encuentra en la selva amazónica colombiana, pasando por una tormenta, donde las voces del río se comunican con Caronte, en este cuadro se integra un fragmento de la obra emblema del maestro Manuel Zapata Olivella Changó el gran putas, un rezo en el cual llama a los dioses africanos entre esos a Oyá “patrona de la justicia que ayuda a fortalecer la memoria” (Olivella, 1987, pág. 16), luego de la tormenta Vicente se dispone a leer una carta, en ese momento en el otro costado del escenario y como un recuerdo entra su padre y su hermana, leyendola carta en simultánea, luego de esto, el escenario queda oscuro y se comienzan a escuchar voces, es un alabao, “práctica musical y ritual de las comunidades afrodescendientes del Pacífico colombiano(…) Y su capacidad para reinventarse como música de denuncia, desde un papel liberador y de reconstrucción de la memoria histórica” (Bahamón, 2017, pág. 152)  

 

Este alabao es el compendio de fragmentos de documentales como No hubo tiempo para la tristeza realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica donde recopila testimonios de laas masacres como la del Salado, los Montes de María en el Caribe colombiano, la de Bojayá en el Pacífico y demás vejámenes de la cruenta guerra en Colombia, también un fragmento de un poema de la poeta colombiana Piedad Bonnett titulado Cuestiones estadísticas y las frases colectivas que se enuncian al final de la obra Colombia Macheteada quedando así:

 
Pueblo que se levanta
Pueblo que se eleva
Pueblo que resurge de las cenizas.
Comíamos un guanalito con su yuca y su ñame 
Pescao frito y arroz, cultivábamos café 
Bajaron de la montaña con apoyo militar 
Y al toque del tambor escogían a quien matar.
Fueron veintidós, diecisiete varones 
Tres mujeres y dos niños 
Setenta y tres disparos, cuatro credos 
Tres maldiciones 
Cuarenta y cuatro manos desarmadas.

(Creación colectiva g. d., 2017)

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